Correr después de los 40… ¡un catálogo de lesiones!

Última actualización el 17/05/2025 de Laurent Colas

Las 5 lesiones más frecuentes para corredores mayores de 40 años

03/02/2025

lesiones depues de los 40 en running

Correr después de los 40 años es una experiencia maravillosa: te sientes libre, en forma, desafías al tiempo y demuestras que la edad es solo un número.

Pero, seamos honestos, también es como entrar en una tienda de lesiones donde tienes el "lujo" de elegir la que más te guste. ¿Dolor en el talón? Fascitis plantar. ¿Un tirón en la rodilla? Rodilla del corredor. ¿Un crujido sospechoso en el pie? Fractura por estrés. ¡Y no olvidemos las contracturas, tendinitis y demás sorpresas que tu cuerpo tiene preparadas para ti!

La realidad es que, aunque el running sigue siendo una de las mejores formas de mantenerse activo y saludable, a partir de cierta edad (sí, esos gloriosos 40 años) nuestro cuerpo empieza a recordarnos que ya no somos tan invencibles como solíamos pensar.

Pero no te preocupes: conocer estas lesiones y cómo prevenirlas es la clave para seguir disfrutando del running sin convertirte en cliente habitual del fisioterapeuta.

En este artículo, exploraremos las lesiones más comunes entre los corredores mayores de 40 años, sus causas, síntomas y, lo más importante, cómo evitarlas para que puedas seguir corriendo con una sonrisa (y sin cojeos). ¡Vamos allá!

 

Tendinitis de Aquiles: Una lesión frecuente en corredores mayores de 40 años

Tendinitis de Aquiles

La tendinitis de Aquiles es una inflamación o degeneración del tendón que conecta los músculos de la pantorrilla con el hueso del talón. Esta lesión es especialmente común en corredores y deportistas mayores de 40 años debido a cambios fisiológicos asociados con la edad y a factores relacionados con el entrenamiento.

Por qué es más frecuente con la edad

A medida que envejecemos, el tendón de Aquiles sufre una serie de cambios estructurales y funcionales que lo hacen más vulnerable a las lesiones:

  1. Disminución de la elasticidad del tendón:
    • Con la edad, las fibras de colágeno del tendón pierden flexibilidad, lo que reduce su capacidad para absorber impactos y adaptarse a cargas repetitivas35.
    • Esto aumenta el riesgo de microdesgarros y sobrecarga en actividades como correr o saltar.
  2. Degeneración natural (tendinosis):
    • El tendón puede experimentar un proceso degenerativo crónico conocido como tendinosis, caracterizado por un debilitamiento progresivo de las fibras debido al envejecimiento y al uso repetitivo6.
    • Este desgaste acumulado es más común en personas mayores de 40 años que practican deportes regularmente15.
  3. Reducción del flujo sanguíneo:
    • La irrigación sanguínea del tendón de Aquiles disminuye con la edad, lo que afecta su capacidad para repararse después de pequeñas lesiones o sobrecargas5.
  4. Factores biomecánicos:
    • La rigidez muscular en los gemelos y sóleos (músculos de la pantorrilla) es más común en adultos mayores, lo que incrementa la tensión sobre el tendón durante actividades como correr36.
    • Además, problemas como pies planos o mal alineados pueden agravar esta tensión.
  5. Errores en el entrenamiento:
    • Muchas personas mayores de 40 años tienden a practicar deportes ocasionalmente (por ejemplo, los fines de semana), lo que lleva a un aumento repentino en la intensidad o duración del ejercicio, un factor clave para desarrollar esta lesión35.

Síntomas comunes

  • Dolor localizado en la parte posterior del talón, especialmente durante o después del ejercicio.
  • Rigidez matutina en el tendón, que mejora con actividad leve pero puede reaparecer tras entrenamientos prolongados.
  • Hinchazón o sensibilidad al tacto en el área afectada.
  • En casos avanzados, formación de nódulos o bultos en el tendón36.

Causas principales

  1. Sobrecarga repetitiva: Incrementos bruscos en la intensidad o duración del entrenamiento son una causa común3.
  2. Falta de flexibilidad muscular: Los músculos tensos generan mayor presión sobre el tendón5.
  3. Calzado inadecuado: Zapatillas desgastadas o con poca amortiguación pueden aumentar el impacto sobre el tendón4.
  4. Superficies duras: Correr sobre concreto u otras superficies rígidas incrementa las fuerzas transmitidas al tendón5.

Prevención

  1. Estiramientos regulares:
    • Incorporar ejercicios específicos para mejorar la flexibilidad de los gemelos y sóleos puede reducir significativamente la tensión sobre el tendón.
  2. Fortalecimiento muscular:
    • Ejercicios excéntricos (como elevaciones controladas del talón) ayudan a fortalecer el tendón y mejorar su resistencia a las cargas repetitivas4.
  3. Progresión gradual:
    • Aumentar poco a poco la intensidad, duración y frecuencia del entrenamiento es clave para evitar sobrecargas repentinas.
  4. Uso de calzado adecuado:
    • Elegir zapatillas con buena amortiguación y soporte puede minimizar el impacto sobre el tendón.
  5. Variar superficies:
    • Alternar entre diferentes terrenos (por ejemplo, césped o tierra) reduce la presión constante sobre el tendón.
  6. Calentamiento previo:
    • Realizar un calentamiento dinámico antes de correr mejora la circulación sanguínea y prepara los tejidos para el esfuerzo físico.

La tendinitis de Aquiles es una lesión frecuente entre corredores mayores debido a factores relacionados con el envejecimiento del tejido conectivo y errores comunes en los entrenamientos. Sin embargo, con una adecuada prevención basada en estiramientos, fortalecimiento muscular y una progresión controlada del ejercicio, es posible reducir significativamente su incidencia. Si se experimentan síntomas persistentes, es fundamental buscar atención médica para evitar complicaciones como roturas del tendón.

 

Fascitis plantar: Una lesión frecuente en corredores mayores de 40 años

La fascitis plantar es una de las lesiones más comunes entre corredores, especialmente aquellos mayores de 40 años. Esta afección afecta la fascia plantar, una banda de tejido que conecta el talón con los dedos del pie y que tiene como función principal sostener el arco del pie y absorber los impactos al caminar o correr. Con la edad, esta estructura se vuelve más susceptible a la inflamación debido a factores fisiológicos y mecánicos.

Por qué es más frecuente con la edad

  1. Desgaste natural de los tejidos:
    • Con el paso de los años, la fascia plantar pierde elasticidad y capacidad para absorber impactos, lo que aumenta su vulnerabilidad a microdesgarros e inflamaciones.
    • Este desgaste acumulado es más evidente en personas activas que han sometido sus pies a cargas repetitivas durante años.
  2. Cambios biomecánicos:
    • La disminución de la fuerza muscular en las piernas y pies puede alterar la distribución del peso corporal al correr, aumentando la tensión sobre la fascia plantar.
    • Problemas como pies planos, arcos altos o patrones anormales de marcha también se agravan con el tiempo, incrementando el riesgo de fascitis.
  3. Factores relacionados con el estilo de vida:
    • Las personas mayores de 40 años que comienzan o retoman el running sin una preparación adecuada suelen aumentar demasiado rápido la intensidad o duración del ejercicio, lo que sobrecarga la fascia.
    • Profesiones que requieren estar de pie durante largos periodos también contribuyen al estrés acumulado en esta estructura.
  4. Reducción del flujo sanguíneo:
    • Con la edad, la circulación en las extremidades inferiores disminuye, lo que afecta la capacidad de recuperación del tejido fascial tras un esfuerzo intenso.

Síntomas comunes

  • Dolor punzante en el talón o arco del pie, especialmente al dar los primeros pasos por la mañana o después de estar sentado por un tiempo prolongado.
  • Rigidez en la planta del pie que mejora con actividad leve pero puede empeorar tras entrenamientos intensos.
  • Sensibilidad al tacto en el área cercana al talón.

Causas principales

  1. Sobrecarga repetitiva:
    • Correr largas distancias o sobre superficies duras sin un calzado adecuado puede provocar microdesgarros en la fascia.
  2. Problemas biomecánicos:
    • Pies planos, arcos altos o pronación excesiva aumentan la tensión sobre la fascia plantar.
  3. Sobrepeso:
    • El exceso de peso ejerce una presión adicional sobre los pies, incrementando el riesgo de inflamación.
  4. Calzado inadecuado:
    • Usar zapatillas sin suficiente soporte para el arco o con amortiguación desgastada puede agravar el problema.

Prevención

  1. Fortalecimiento muscular:
    • Ejercicios específicos para fortalecer los músculos del pie y pantorrilla ayudan a reducir la tensión sobre la fascia.
  2. Estiramientos regulares:
    • Estirar los gemelos y la planta del pie antes y después de correr mejora la flexibilidad y previene lesiones.
  3. Uso de plantillas ortopédicas:
    • Las plantillas personalizadas pueden corregir problemas biomecánicos como pies planos o arcos altos.
  4. Calzado adecuado:
    • Elegir zapatillas con buen soporte para el arco y amortiguación suficiente es clave para reducir el impacto en cada zancada.
  5. Progresión gradual:
    • Aumentar lentamente las cargas de entrenamiento permite que los tejidos se adapten sin sobrecargarse.

 

La fascitis plantar es una lesión frecuente entre corredores mayores debido a los cambios fisiológicos asociados con el envejecimiento y factores como el desgaste acumulado, problemas biomecánicos y errores en el entrenamiento. Sin embargo, adoptar medidas preventivas como fortalecer los músculos del pie, usar calzado adecuado y planificar entrenamientos progresivos puede reducir significativamente su incidencia. Si experimentas síntomas persistentes, consulta a un especialista para evitar complicaciones mayores y asegurar una recuperación adecuada.

 

Síndrome de la banda iliotibial (ITBS): Una lesión común en corredores mayores de 40 años

El síndrome de la banda iliotibial (ITBS), también conocido como "rodilla del corredor", es una afección causada por la fricción repetitiva entre la banda iliotibial y el epicóndilo lateral del fémur. Esta lesión es frecuente en corredores de larga distancia y ciclistas, y puede limitar considerablemente la capacidad de realizar actividad física si no se trata adecuadamente.

Por qué es más frecuente con la edad

  1. Pérdida de flexibilidad:
    • Con el paso del tiempo, los tejidos conectivos, incluida la banda iliotibial, tienden a volverse más rígidos. Esto reduce su capacidad para adaptarse al movimiento repetitivo y aumenta el riesgo de irritación.
  2. Debilidad muscular:
    • En corredores mayores, es común una disminución de la fuerza en los músculos abductores de la cadera, como el glúteo medio. Esto provoca una rotación excesiva de la rodilla hacia adentro durante la carrera, incrementando la tensión sobre la banda iliotibial.
  3. Sobrecarga acumulada:
    • Años de actividad física intensa pueden causar microtraumas acumulativos en las estructuras musculoesqueléticas, lo que predispone a lesiones como el ITBS.
  4. Factores biomecánicos:
    • Problemas como piernas arqueadas (genu varo) o mala alineación postural se agravan con la edad, aumentando el estrés sobre la banda iliotibial durante el ejercicio.
  5. Errores en el entrenamiento:
    • Los corredores mayores que intentan mantener o retomar niveles altos de entrenamiento sin una preparación adecuada suelen incrementar bruscamente el kilometraje o entrenar en terrenos inadecuados, lo que contribuye al desarrollo del ITBS.

Síntomas comunes

  • Dolor localizado en el lado externo de la rodilla, específicamente sobre el epicóndilo lateral del fémur.
  • El dolor aparece generalmente durante o después de correr y empeora al bajar cuestas o escaleras.
  • Rigidez o sensación de tirantez en la parte externa del muslo.
  • En casos avanzados, puede haber hinchazón o sensación de "chasquido" cuando la banda iliotibial roza con el fémur.

Causas principales

  1. Desequilibrios musculares:
    • La debilidad en los músculos abductores de la cadera y glúteos provoca una mayor tensión en la banda iliotibial.
  2. Sobreentrenamiento:
    • Incrementos bruscos en el kilometraje o intensidad del entrenamiento sin un período adecuado de adaptación.
  3. Mala técnica o alineación postural:
    • Pies planos, piernas arqueadas o pronación excesiva pueden aumentar el estrés sobre la banda.
  4. Terrenos y calzado inadecuados:
    • Correr cuesta abajo o sobre superficies duras (como asfalto) incrementa la carga sobre esta estructura.
  5. Cambios repentinos:
    • Cambiar zapatillas o tipo de terreno sin una transición adecuada puede alterar la biomecánica y contribuir a esta lesión.

Prevención

  1. Fortalecimiento muscular:
    • Trabajar los músculos abductores y estabilizadores de cadera (especialmente el glúteo medio) para mejorar el control postural.
  2. Estiramientos regulares:
    • Realizar estiramientos específicos para relajar la banda iliotibial y los músculos tensores asociados (como el tensor de la fascia lata).
  3. Progresión gradual:
    • Aumentar lentamente el kilometraje y evitar cambios bruscos en intensidad o terreno.
  4. Uso de calzado adecuado:
    • Elegir zapatillas con buen soporte y amortiguación para minimizar impactos.
  5. Técnica correcta:
    • Corregir problemas biomecánicos con plantillas personalizadas si es necesario.
  6. Variar terrenos:
    • Alternar entre superficies blandas como césped o tierra para reducir el impacto repetitivo.

Tratamiento

Si ya se presenta esta lesión, las estrategias incluyen:

  • Descanso relativo para reducir inflamación.
  • Aplicación de hielo después del ejercicio para aliviar el dolor.
  • Terapia física con ejercicios específicos para fortalecer caderas y mejorar flexibilidad.
  • Uso temporal de antiinflamatorios bajo supervisión médica.
  • En casos graves, consultar a un especialista para evaluar opciones como infiltraciones o terapia manual avanzada.

El síndrome de la banda iliotibial es una lesión común pero prevenible entre corredores mayores debido a factores relacionados con rigidez muscular, debilidad y errores en el entrenamiento. Con un enfoque preventivo basado en fortalecimiento muscular, técnica adecuada y progresión controlada del ejercicio, es posible reducir significativamente su incidencia y seguir disfrutando del running sin molestias.

 

Lesiones meniscales o “rodilla del corredor”: una afección común en corredores mayores de 40 años

Las lesiones meniscales, también conocidas como "rodilla del corredor", son una de las afecciones más frecuentes en la articulación de la rodilla. Estas lesiones afectan los meniscos, estructuras fibrocartilaginosas en forma de C que actúan como amortiguadores entre el fémur y la tibia, estabilizando la rodilla y distribuyendo las cargas durante actividades como correr. En corredores mayores de 40 años, estas lesiones son más comunes debido a factores degenerativos y biomecánicos.

Por qué son más frecuentes con la edad

  1. Degeneración del tejido meniscal:
    • Con el envejecimiento, los meniscos pierden elasticidad y se resecan, lo que los hace más propensos a desgarrarse incluso con movimientos cotidianos como caminar o agacharse.
    • Este proceso degenerativo puede provocar lesiones sin necesidad de un traumatismo significativo.
  2. Sobrecarga acumulada:
    • Años de actividad física intensa generan desgaste progresivo en los cartílagos y meniscos, aumentando el riesgo de roturas por sobreuso.
  3. Cambios biomecánicos:
    • Problemas como rodillas en varo o valgo (desalineaciones), laxitud ligamentosa o debilidad muscular pueden incrementar el estrés sobre los meniscos.
  4. Factores asociados al running:
    • Correr largas distancias, especialmente en terrenos irregulares o cuesta abajo, somete a los meniscos a fuerzas repetitivas de compresión y torsión, lo que incrementa el riesgo de lesión.
  5. Obesidad o sobrepeso:
    • El exceso de peso corporal aumenta significativamente la presión sobre las articulaciones de la rodilla, acelerando el desgaste del cartílago y los meniscos.

Síntomas comunes

  • Dolor localizado alrededor o detrás de la rótula, que se agrava al bajar escaleras, correr largas distancias o realizar movimientos bruscos.
  • Hinchazón o rigidez en la rodilla.
  • Sensación de "chasquido" o bloqueo al mover la articulación.
  • Dificultad para extender completamente la rodilla.
  • Sensación de inestabilidad o que la rodilla "cede".

Causas principales

  1. Sobrecarga articular:
    • Movimientos repetitivos e impactos excesivos durante el running.
  2. Debilidad muscular:
    • Músculos del muslo (cuádriceps e isquiotibiales) poco desarrollados aumentan la tensión sobre los meniscos.
  3. Técnica incorrecta:
    • Una mala alineación postural o una técnica deficiente al correr incrementan el estrés en las articulaciones.
  4. Terrenos inadecuados:
    • Correr en superficies duras o irregulares somete a las rodillas a fuerzas desiguales que pueden dañar los meniscos.

Prevención

  1. Fortalecimiento muscular:
    • Trabajar específicamente los cuádriceps e isquiotibiales para estabilizar la rodilla y reducir el impacto sobre los meniscos.
  2. Ejercicios de propiocepción:
    • Mejorar el equilibrio y control postural para prevenir movimientos bruscos que puedan dañar los meniscos.
  3. Uso de calzado adecuado:
    • Elegir zapatillas con buena amortiguación y soporte para minimizar el impacto en las articulaciones.
  4. Corrección biomecánica:
    • Utilizar plantillas ortopédicas si es necesario para corregir problemas como pies planos o pronación excesiva.
  5. Progresión gradual:
    • Incrementar paulatinamente el kilometraje y evitar cambios bruscos en intensidad o terreno.
  6. Evitar terrenos irregulares:
    • Priorizar superficies planas y evitar correr cuesta abajo con frecuencia.

Tratamiento

Si ya se presenta una lesión meniscal, las opciones incluyen:

  • Reposo: Reducir temporalmente la actividad física para aliviar la inflamación.
  • Aplicación de hielo: Para disminuir el dolor y la hinchazón.
  • Fisioterapia: Ejercicios específicos para fortalecer músculos estabilizadores y mejorar la movilidad articular.
  • Medicamentos antiinflamatorios: Bajo supervisión médica para controlar el dolor agudo.
  • Intervención quirúrgica: En casos graves (como roturas importantes), puede ser necesaria una artroscopia para reparar o retirar fragmentos dañados del menisco.

 

Las lesiones meniscales son una preocupación común entre corredores mayores debido al desgaste natural asociado con la edad y factores relacionados con el running. Sin embargo, mediante estrategias preventivas como fortalecer los músculos estabilizadores, usar calzado adecuado y planificar entrenamientos progresivos, es posible reducir significativamente su incidencia. Si experimentas dolor persistente en la rodilla, es fundamental consultar a un especialista para evitar complicaciones mayores como artrosis u otras afecciones crónicas.

 

Fracturas por estrés: una lesión silenciosa pero frecuente en corredores mayores de 40 años

Fracturas por estrés running
Fracturas por estrés running

Las fracturas por estrés son pequeñas fisuras en los huesos que ocurren debido a cargas repetitivas y acumulativas que superan la capacidad de reparación del tejido óseo. Este tipo de lesión es especialmente común en corredores mayores de 40 años, ya que el envejecimiento trae consigo una disminución de la densidad ósea y una menor capacidad de regeneración del hueso, factores que aumentan el riesgo.

Por qué son más frecuentes con la edad

  1. Pérdida de densidad ósea:
    • Con el envejecimiento, los huesos experimentan un proceso natural de desmineralización, lo que los hace más frágiles y susceptibles a lesiones. Esto es especialmente relevante en mujeres posmenopáusicas debido a la disminución de estrógenos, que afecta directamente la salud ósea.
  2. Procesos de remodelación más lentos:
    • Los huesos están en constante renovación mediante un equilibrio entre formación y reabsorción ósea. En personas mayores, este proceso se desacelera, lo que dificulta la reparación de microtraumatismos acumulados durante actividades como correr.
  3. Sobrecarga acumulativa:
    • Años de impacto repetitivo sobre los huesos pueden generar microfisuras que, sin el tiempo adecuado para recuperarse, evolucionan hacia fracturas por estrés.
  4. Factores biomecánicos:
    • Problemas como pronación excesiva, mala técnica al correr o uso de calzado inadecuado pueden aumentar el estrés mecánico sobre ciertos huesos, especialmente en los pies y las piernas.
  5. Deficiencias nutricionales:
    • La falta de calcio, vitamina D o proteínas puede comprometer la salud ósea, haciendo que los huesos sean menos resistentes al impacto repetitivo.

Síntomas comunes

  • Dolor localizado en un punto específico del hueso (generalmente en pies, tobillos o tibias) que empeora con la actividad física y mejora con el reposo inicial.
  • Hinchazón o sensibilidad al tacto alrededor del área afectada.
  • En casos avanzados, el dolor puede persistir incluso en reposo y limitar las actividades diarias.
  • En fracturas más severas (como las del fémur proximal), puede haber dolor profundo en la ingle o muslo al soportar peso.

Causas principales

  1. Entrenamiento excesivo sin recuperación adecuada:
    • Incrementos bruscos en kilometraje o intensidad generan microtraumatismos repetitivos que pueden superar la capacidad del hueso para repararse.
  2. Correr en superficies duras:
    • Terrenos como asfalto o concreto transmiten mayor impacto a los huesos.
  3. Alteraciones biomecánicas:
    • Pronación excesiva o desequilibrios musculares aumentan el estrés focalizado en ciertas áreas óseas.
  4. Calzado inadecuado:
    • Zapatillas desgastadas o sin amortiguación adecuada incrementan las fuerzas transmitidas a los huesos.
  5. Deficiencias nutricionales:
    • Baja ingesta de calcio y vitamina D afecta la densidad mineral ósea.
  6. Osteopenia u osteoporosis:
    • Condiciones comunes en personas mayores que aumentan significativamente el riesgo de fracturas por estrés.

Prevención

  1. Progresión gradual del entrenamiento:
    • Incrementar lentamente el kilometraje y la intensidad para permitir que los huesos se adapten a las cargas progresivas.
  2. Alternar actividades de bajo impacto:
    • Incorporar ejercicios como natación o ciclismo para reducir el estrés repetitivo sobre los huesos.
  3. Uso de calzado adecuado:
    • Elegir zapatillas con buena amortiguación y soporte para minimizar el impacto.
  4. Nutrición adecuada:
    • Consumir suficiente calcio (1,000-1,200 mg diarios) y vitamina D (600-800 UI diarios) para mantener una buena salud ósea.
  5. Fortalecimiento muscular:
    • Ejercicios específicos para fortalecer músculos estabilizadores ayudan a reducir la carga directa sobre los huesos.
  6. Evitar terrenos duros:
    • Priorizar superficies blandas como tierra o césped para correr.

Tratamiento

Si ya se presenta una fractura por estrés, es fundamental:

  • Detener inmediatamente la actividad física que causa dolor.
  • Aplicar hielo para reducir inflamación.
  • Consultar a un especialista para confirmar el diagnóstico mediante pruebas de imagen (radiografías o resonancia magnética).
  • Seguir un período de reposo relativo (4-8 semanas) según la gravedad de la lesión.
  • Rehabilitación progresiva con fisioterapia para fortalecer músculos y mejorar biomecánica antes de retomar el running.

Las fracturas por estrés son una lesión silenciosa pero común entre corredores mayores debido a factores como pérdida de densidad ósea, sobrecarga acumulada y errores en el entrenamiento. Sin embargo, mediante una combinación de prevención (nutrición adecuada, fortalecimiento muscular y progresión controlada), es posible minimizar su incidencia y continuar disfrutando del running sin comprometer la salud ósea. Si experimentas dolor persistente durante tus entrenamientos, consulta a un especialista para evitar complicaciones mayores y asegurar una recuperación óptima.

 

Un catálogo de lesiones que da para rato!

Y así llegamos al final de este recorrido por las lesiones más comunes en corredores mayores de 40 años.

Por supuesto, la lista podría ser mucho más larga: podríamos hablar de problemas en los aductoresclaquajeselongaciones y otras "maravillas" que el running puede traer consigo. Pero bueno, había que trazar una línea y no añadir más para no asustarte (¡queremos que sigas corriendo, no que te retires antes de empezar!).

Lo importante es recordar que, aunque el abanico de lesiones es amplio y variado, con prevención, fortalecimiento y un poco de sentido común (sí, ese que a veces nos falta a los corredores), podemos seguir disfrutando del running sin convertirnos en clientes VIP del fisioterapeuta.

Así que, ¡a calentar bien, a escuchar a tu cuerpo y a correr con una sonrisa!  y no olvidas que si eres principiante debes seguir una progresion suave. Y si alguna vez nos toca hablar de esas otras lesiones… bueno, ya será en otro artículo. 😉

 

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